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Erradicando la violencia machista: Cuando las ideas no conocen fronteras

En América Latina y el Caribe, la violencia machista es uno de los grandes desafíos pendientes. Una de cada tres mujeres en nuestra región ha sufrido violencia física o sexual por parte de sus parejas. El tema se vuelve aún más grave cuando hablamos de feminicidios. Sólo en 2018 cerca  de 3.000 latinoamericanas murieron a manos de sus parejas, ex-parejas o, simplemente, por su condición de mujer.

¿Y si hubiera una manera de compartir experiencias exitosas para avanzar más rápido en la aplicación de políticas públicas que funcionan contra la violencia machista? La buena noticia es que el mecanismo ya existe -y se llama Cooperación Sur-Sur.

La Cooperación Sur-Sur es una herramienta que promueve el intercambio de conocimiento especializado entre dos o más países con el objetivo de  alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible. Se trata de identificar nichos relevantes que permiten obtener resultados visibles para ser replicados en otros países que enfrenten retos similares. En la última década, de hecho, se han documentado en el mundo 5,000 iniciativas de este tipo. Entre los países de América Latina, los principales proveedores de las iniciativas han sido Argentina con 180 proyectos seguido de México con 125, Brasil con 110 y Chile con 90.

Hacer de la violencia contra las mujeres un problema de hombres

Las intervenciones para prevención de la violencia machista a través de intervenciones con hombres es una temática incipiente que está ganando mucho terreno. En este contexto, recientemente ha tomado fuerza el trabajo de cambio cultural comunitario que promueve un rol diferente para el hombre en una masculinidad positiva.

Por ejemplo, el Programa para la Prevención de la Violencia y Promoción de la Inclusión Social en Costa Rica  ofrece actividades orientadas a que los jóvenes reduzcan las respuestas precipitadas ante situaciones de conflicto. Otras intervenciones se enfocan en invitar a los hombres a reflexionar sobre las normas de género y su impacto sobre las relaciones familiares, la crianza de los niños o la prevención de la violencia. La intervención Amor…pero del bueno en México, por ejemplo, impartía sesiones de sensibilización con jóvenes sobre los tipos de violencia, los derechos sexuales, y los roles de género. En la evaluación del programa se registró una reducción del 55% en las actitudes violentas de los varones participantes.

Violencia machista: Transferencia de conocimiento puntero

Un reciente caso de exitosa Cooperación Sur-Sur ha sido la colaboración entre Paraguay y Costa Rica en temas de prevención de la violencia machista. ¿En qué se plasmó? Una delegación paraguaya se trasladó a Costa Rica para conocer mejor los distintos programas que ha estado aplicando el país en material de prevención e intervención en casos de violencia doméstica.

Para Paraguay, el reto consiste en reducir sus altos índices de feminicidios, ya que el país estima que ocurren más de 18.000 casos de violencia contra la mujer por año. Esos datos incluyen la cara más triste de la violencia de género, los feminicidios. Según los datos más recientes, en Paraguay la tasa de feminicidios ha ido aumentando de 39 a 59 víctimas por año. En Costa Rica, mientras tanto, el número  bajó de 26 víctimas a 24 por año para esos mismos años. El aprendizaje de Paraguay en Costa Rica tenía las siguientes ventajas comparativas:

  1. Conocimiento y marco normativo innovador. El Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU) de Costa Rica en su Política nacional para la atención y prevención de la violencia contras las mujeres (PLANOVI) 2017-2032 incluyó como uno de sus ejes la promoción de masculinidades para la igualdad y la no violencia. Costa Rica, de hecho, fue uno de los primeros países en incluir a nivel de política esta temática.
  2. Incorporación a las políticas de seguridad ciudadana. La policía costarricense cuenta con un programa preventivo de la violencia intrafamiliar. Este programa se centra en un entrenamiento  donde se analiza la violencia intrafamiliar como un fenómeno que empieza en las relaciones de poder desiguales y que desemboca en el ejercicio de la violencia por parte de los hombres hacia las mujeres. El objetivo de esta capacitación es ayudar a los agentes de policía a identificar comportamientos machistas antes incluso de que se produzca el abuso doméstico.
  3. Coordinación eficaz y sostenible con otros actores. En Costa Rica, la policía articula acciones y conocimientos con otros actores involucrados en la reducción de la violencia contra la mujer. Entre esas organizaciones están, por ejemplo, el Ministerio de Justicia y Paz, el Instituto Nacional de las Mujeres, el Ministerio de Educación, el Ministerio de Salud y otras organizaciones civiles. Este trabajo colaborativo permite establecer acciones en el corto y largo plazo para la modificación de conductas y comportamientos en la sociedad.

La violencia machista sale muy cara. Al incalculable costo social hay que sumar el costo económico, que según la Organización de las Naciones Unidas equivale a 1,5 billones de dólares. Hay mucho conocimiento desarrollándose de puertas para adentro en los ministerios y oficinas públicas de nuestros países. Es importante seguir abriendo puertas y generar oportunidades para promover soluciones innovadoras que puedan acabar con la lacra de la violencia contra las mujeres.

Fuente: iadb.org