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INSEGURIDAD: ESTADISTICAS OFICIALES Por qué delitos van presos los miembros de fuerzas de seguridad

Entre policías, prefectos, gendarmes e integrantes de las Fuerzas Armadas suman 248 en cárceles federales y bonaerenses. Las causas más frecuentes son las de homicidios. Les siguen los expedientes por robo.

Son 248 detenidos que viven separados del resto de los presos, por cuestiones de seguridad. Representan un porcentaje bajo dentro de las cárceles federales y de la provincia de Buenos Aires pero, como grupo, muestran varias peculiaridades. Alguna vez vistieron uniforme y no se ajustan a la tendencia registrada en el resto de la población común de los penales: en su caso, el número de acusados por homicidio supera al de los acusados por robo.

Las cifras muestran el perfil criminalístico de los miembros de las fuerzas de seguridad y armadas —procesados o condenados— actualmente alojados en cárceles por delitos graves. El estudio se basa en estadísticas oficiales obtenidas por Clarín e incluye a policías de distintas jurisdicciones, miembros de Prefectura, Gendarmería, Ejército, Armada, Aeronaútica, servicios penitenciarios y hasta de la SIDE.

Tanto en las unidades que dependen del Servicio Penitenciario Federal (SPF) como en las del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) estos presos tienen lugares especiales de alojamiento, en general pabellones exclusivos dentro de cárceles comunes.
Actualmente, en una y otra jurisdicción, el porcentaje de policías presos supera ampliamente al de los integrantes de otras fuerzas. De los 248 detenidos totales, 170 son policías: 48 de la Federal, 116 de la Bonaerense, y el resto de otras provincias, como Río Negro o Misiones.
Uno de los presos más famosos es el ex subcomisario de la Federal José Ahmed, condenado por el secuestro extorsivo de Mauricio Macri, entre otros. Según los registros internos del SPF su conducta es “pésima”, calificación que —de acuerdo con los documentos a los que accedió Clarín— se repite mucho en los internos con un pasado en las fuerzas que viven en el Complejo Penitenciario Federal II de Marcos Paz. En el sistema federal esta unidad es la que concentra a la mayoría de este tipo de detenidos.
En el mismo penal ingresó en enero pasado el suboficial de la Federal Juan de Dios Velazqui. La razón: el 29 de diciembre de 2001 fusiló a balazos a tres jóvenes en una estación de servicio de Floresta. Se molestó porque criticaban a la Policía en voz alta. Su conducta en la cárcel también fue calificada como “pésima”.
Compartiendo pabellón en la Unidad de Florencio Varela del SPB viven el penitenciario Cristian Franco —acusado de integrar una banda con los presos que él debía cuidar en la cárcel de Caseros y, con ellos, matar a un suboficial en un asalto— y los policías bonaerenses condenados a prisión perpetua por asesinar al estudiante de periodismo Miguel Bru, en agosto de 1993, en La Plata.
Según las estadísticas obtenidas tanto del Servicio Penitenciario Federal como del Bonaerense, en una y otra jurisdicción la principal causa de detención de miembros o ex miembros de fuerzas de seguridad y armadas es el homicidio.
Aunque las cifras no discriminan si el policía, militar o penitenciario preso mató a alguien estando de servicio, en cumplimiento de sus funciones o, por ejemplo, fue acusado de un crimen pasional, lo cierto es que —contrariamente a lo que ocurre con los presos comunes— este grupo de internos va más a la cárcel por matar que por robar.
Un ejemplo: en el sistema federal el 20% del total de los miembros de fuerzas de seguridad y armadas detenidos están presos por homicidio y el 18% por delitos contra la propiedad. En el resto de la población la tendencia es inversa: el 40 por ciento terminó en la cárcel por robos y hurtos y sólo el 12% por delitos contra las personas (homicidios, lesiones).
En el grupo de presos que trabajaron en fuerzas de seguridad y armadas las violaciones, abusos deshonestos y hasta casos de corrupción de menores representan entre el 8 y el 10 por ciento del total. Les siguen los secuestros y extorsiones y las infracciones a la ley de drogas.

Fuente: Clarín