Las compañías se involucran más en los procesos y la forma de hacer negocios de sus proveedores
Por Silvia Stang | LA NACION
Preguntarles a los empleados cómo se sentían y qué creían que les faltaba fue uno de los primeros pasos que dio una pyme dedicada a la papelería comercial para desarrollar un plan tendiente a mejorar no sólo el clima laboral, sino también su eficiencia y sus oportunidades en el mercado. Suena simple, pero Federico Tenconi, que está a cargo del área de responsabilidad social de la firma Medoro, dice que a las pequeñas empresas familiares que asumen un camino de crecimiento “les cuesta mucho cambiar ciertos paradigmas”. Y ejemplifica: “Cuesta preguntar, porque se asume que la gente va a dar siempre una misma respuesta”. Pero en este caso, abrir el diálogo permitió ver realidades que iban más allá de cómo se estaba en el ambiente de trabajo. Las respuestas permitieron delinear acciones y hoy, por ejemplo, se dictan clases del secundario dentro de la empresa para que los trabajadores que lo requieran completen el ciclo.
Medoro es una de las más de 100 pymes adheridas al programa Valor que desarrolla la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) con el patrocinio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin). El plan promueve la interacción entre grandes compañías y sus proveedores, con el objetivo de mejorar la gestión de negocios en las pymes, desde una mirada que tiene en el centro la sustentabilidad.
Los sobres de papel que fabrica Medoro son los que llegan, por caso, a los clientes del Banco Galicia, que fue la firma que convocó a esa empresa familiar a participar del programa. “El banco envió asesores y ellos vieron en qué áreas se podía trabajar. Se decidió poner foco en gobierno empresarial y en las prácticas laborales”, explica Tenconi. Esas son dos de las dimensiones en las que pueden focalizarse las estrategias; las otras son inversión social y gestión ambiental. En Medoro cuentan que ya desde antes -aunque sin darle un encuadre de responsabilidad social- había un trabajo de prácticas sustentables, que llevó a certificar que el papel usado como insumo proviene de bosques cuya forma de cultivo evita la deforestación.
Para las grandes compañías, intentar un impacto positivo en sus proveedores requiere una interacción entre gerencias. “Cada área exigía [a los proveedores] según su necesidad; en compras pedían precios y en operaciones, calidad. Por eso armamos un modelo para ver cómo coordinar”, comentó Esteban Roni, gerente de Desarrollo de Proveedores del grupo Telecom, que disertó el martes pasado en una jornada sobre cadenas de valor que organizó la AMIA. “Un tratamiento inadecuado de residuos nos puede afectar”, dijo a manera de ejemplo de la responsabilidad compartida.
Desde la firma Seguridad Integral Empresaria (SIE), el director general, Juan Pablo Toro, valora el haberse acercado a los directivos más importantes de IRSA. “Se generó un sentimiento especial de confianza, por compartir la visión y tener un compromiso común con la calidad, la formalidad y la sustentabilidad”, afirma Toro, quien cuenta que, además de desarrollar acciones con el personal, SIE adhirió al Pacto Global de Naciones Unidas, una iniciativa a la que se suman empresas que se comprometen a respetar 10 principios básicos vinculados con la protección de los derechos humanos y el medio ambiente, el rechazo a toda forma de corrupción y la no discriminación en el empleo junto al respeto por la libertad sindical.
Flavio Fuertes, coordinador de la Red Pacto Global en la Argentina, destaca que en el compromiso se diferencia a firmas aprendices de las líderes, lo cual reconoce el poder y a la vez la mayor responsabilidad de la gran empresa. La adhesión y la continuidad en el pacto exigen informar sobre los avances periódicamente a funcionarios de la ONU.
La comunicación de las acciones tiene su formato más difundido en el reporte de sustentabilidad que, en muchos casos, adopta las normas de la Global Reporting Initiative (GRI), una ONG que define indicadores para exponer el desempeño económico, social y ambiental. Dos años atrás se dispuso que se incluyera un ítem sobre redes de suministro. “No todos tenían en claro cómo era su cadena de valor”, dice Andrea Pradilla, directora regional de GRI.
Si bien hay experiencias y buena voluntad con el pacto global, se considera en general que falta demasiado camino por hacer, algo que las tragedias humanas en fábricas del sudeste asiático o los casos de involucramiento en hechos de corrupción por parte de firmas que reportan, no hacen más que ratificar. “En Europa se han establecido unos premios Pinocho para los que en sus reportes dicen una cosa y luego hacen otra”, advierte Pradilla.
Más allá de eso y algunas otras debilidades, el camino de definir los negocios incluyendo la previsión de su impacto será, tarde o temprano, inevitable. Patricia Müller, del grupo productor de alimentos CEM, que llegó al programa Valor de la mano del Banco Santander Río, dice que “las organizaciones tienen una esfera de influencia muy importante con sus distintos públicos de interés y se necesita que todos comprendan lo importante de encaminarse hacia una gestión responsable”..