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Vecinos contra los homeless: con rejas y macetas, los alejan de las ochavas

En Recoleta, Palermo y Belgrano se bloquearon esquinas para evitar que se instalen grupos y pasen la noche allí; alertan sobre la compleja situación de los sin techo

“No era el hecho de dormir solamente, sino lo que venía detrás: droga, borrachera y sexo. Estuvimos todos de acuerdo en hacer esto”, dijo un vecino de Charcas y Laprida, en Recoleta. En esa esquina, decidieron hace cinco meses instalar rejas para evitar que siguieran durmiendo allí una mujer y cinco hombres, que ahora nadie sabe dónde están. Dolores, otra residente de 67 años, explicó que, pese a que en el gobierno de la ciudad siempre los atendieron ante los reclamos, la problemática persistió.

“Estaban instalados con colchones; tenían una cocina, mantenían relaciones sexuales, y desde el hall del edificio se ve todo”, detalló. Además, sostuvo que una propietaria no pudo renovar su contrato de alquiler porque la inquilina no podía dormir por los ruidos. “Hay que tratar de ver cómo se ubica a esa gente en otro lugar”, añadió, sin resquemores.

“Todos debemos aportar socialmente porque esta gente no tiene más remedio. Yo he hablado con ellos y no se querían ir. Si perdieron el control de su vida alguien debe hacerse responsable y ése es el Estado”, enfatizó otra vecina, Ofelia Abichain, de 91 años.

En los barrios de Belgrano, Palermo y Recoleta ya son varios los edificios situados en esquinas cuyos habitantes tenían una mala relación con quienes se instalaban con colchones a dormir bajo techo y optaron por colocar macetas o rejas para no tener que lidiar más con esa situación. Que generaban mucha suciedad, que prendían fogatas contra la pared del edificio y la quemaban, que estaban alcoholizados o que mantenían relaciones sexuales a la vista de todos son las quejas más resonantes de estos vecinos. Y eligieron herramientas drásticas para erradicar las molestias.

Detrás de estos hechos subyace una problemática que involucra a hombres, mujeres y niños en situación de calle, profunda y compleja de resolver. Según informó el gobierno porteño a LA NACION, la cantidad de personas sin techo en la Capital es de 860. Sin embargo, algunos partidos políticos y organizaciones sociales descreen de ese número. Coinciden en que el dato depende de la metodología que se emplee al momento de contabilizarlas, que suele variar entre el utilizado por el Estado y las entidades civiles (de lo que se informa por separado).

Hace seis meses, los vecinos colocaron macetas en Julián Álvarez y Beruti
Hace seis meses, los vecinos colocaron macetas en Julián Álvarez y Beruti. Foto: Ricardo Pristupluk

Cuestión privada

Desde el Ministerio de Espacio Público de la ciudad sostuvieron que las esquinas en las que se instalaron macetas no pertenecen al espacio público, sino al privado. No obstante, los especialistas consultados señalan como principal responsable de la situación al Estado y no a los ciudadanos.

Según cuentan los vecinos, ante el llamado al 108, la línea gratuita del gobierno porteño que acude en estos casos, los homeless se rehusaban a ir a los paradores oficiales. En ese caso, el equipo del 108 sólo puede dejarles un kit de frío para pasar la noche.

En una esquina de Belgrano, en Conesa y Echeverría, unas cuantas macetas se ubican estratégicamente desde hace dos años. No hay posibilidad de acostarse allí. “Había gente que traía colchones y dormía acá”, admitió Patricio Dlin, de 45 años y que vive en el edificio desde hace nueve años. “A la mañana, el encargado los sacaba, pero volvían. Hacían sus necesidades ahí. Vinieron durante dos meses hasta que dijimos de poner las macetas para que no entraran los colchones”, agregó.

“No lo hacen solamente los vecinos; bancos y comercios, también. El mismo gobierno de la ciudad pone rejas en las plazas. Hay situaciones que mencionan los vecinos que probablemente sean así. Pero también hay otros sin techo que son tranquilos e higiénicos”, dijo Horacio Ávila, quien alguna vez vivió en la calle y luego creó Proyecto 7, una organización integrada exclusivamente por personas en situación de calle y que cuenta con hogares para adultos.

Algunos expertos señalan que este tipo de situaciones conflictivas son alentadas por una organización social caracterizada por la fragmentación de los vínculos, con intereses centrados más en la supervivencia que en la convivencia. En ese contexto, crecen los niveles de alerta y se anula la respuesta solidaria (de lo que se informa por separado).

En Palermo, los vecinos de Julián Álvarez y Beruti instrumentaron el mismo sistema hace un año atrás. “Llegabas a la noche y a veces estaban borrachos, te daba un poco de miedo, sobre todo porque tengo hijos chicos”, explicó Carolina Cabarcos, vecina del edificio. “El problema era la junta que se hacía. A la mayoría de los vecinos les molestaba porque se juntaban diez o 15 personas y hacían ruido. Yo estoy acá desde hace dos años y medio y ellos ya estaban”, dijo Alejandro Pérez, encargado del edificio.

Y agregó: “Cuando baldeaba trataba de no molestarlos. Se iban tipo 10, 11, y dejaban todo sucio. Un día les pedí que dejaran limpio porque hasta había vómitos. También quemaron una pared porque hacían fogatas. Por eso, el consorcio decidió hace un año poner macetas, las pegaron al piso, pero igual las fueron aflojando”. Un día, ante el llamado de la policía, Pérez terminó a los golpes con uno de los sin techo.

En la esquina de la siguiente cuadra, en Julián Álvarez y Juncal, la encargada, Laura Perazza, relató que colocaron macetas seis meses atrás. Cada tanto va alguna persona a dormir, pero ya no el grupo de entre cuatro y cinco personas que solía hacerlo. “Llamamos muchas veces al gobierno de la ciudad. Los venían a buscar y no se querían ir. Orinaban las paredes, tomaban. No eran agresivos, pero igual te generaban miedo. Hace seis meses decidimos poner las macetas”, sintetizó. No fueron los únicos.

Fuente: La Nación