La problemática se instaló como uno de los grandes problemas a resolver. Pedidos de más policías, reclamos a la Justicia e indefensión vecinal.
La inseguridad se instaló como uno de los grandes problemas a resolver en Concordia; quizá es la gota que derrama el vaso de muchas situaciones que violentan a la sociedad constantemente, la gente se vuelve intolerante, reclamando mano dura, firmeza, más policías en las calles y cárceles más llenas, como un paliativo penoso para la triste enfermedad social. La sensación de inseguridad dejó de serlo en la charla cotidiana, las redes sociales visibilizan las denuncias que ya no se hacen frente a una comisaría, el enojo se fusiona con el miedo y hace que las palabras escritas se transformen en amenazas.
No hace falta ubicarlas hacia la derecha o la izquierda cuando el dolor las trasciende, son vecinos de la ciudad que les toca luchar contra una realidad cruel, se nutren –entre ellos– de acciones y soluciones que poco tienen de efectivas, justicia por mano propia, mano dura y muerte. Leyendo los grupos de vecinos en alerta el temor fluye y grita.
Esta semana, en un sólo barrio de la ciudad, en un radio menor a 10 cuadras, más de 10 personas sufrieron un robo o arrebato. Los pedidos de más policías en las calles se contraponen al enojo en las redes para con el sistema judicial: entran por una puerta y salen por otra, son menores, la policial sabe quiénes son, vivimos presos en nuestras casas, el sistema judicial falla, los delincuentes tienen más derechos que los ciudadanos que pagan impuestos”, etc. Aunque también falla la idiosincrasia de quienes deben controlar y cuidar a la ciudadanía, cuando sienten temblar sus escritorios cuando se les consulta sobre inseguridad, y evaden la realidad sugiriendo que las denuncias de robos son “apócrifas” y que tienen como fin que el seguro les reponga un celular nuevo.