Al igual que los humanos, en épocas de alta temperatura, los perros corren riesgo si se exponen mucho tiempo al sol; el poco movimiento, la respiración rápida y dificultosa, las encías azuladas y los temblores musculares son algunos síntomas a tener en cuenta
Durante los últimos días, la ciudad se convirtió literalmente en un horno, con sensaciones térmicas que alcanzaron los 40 grados y con una humedad en su punto de saturación, que tornaba el aire irrespirable y complicaba trasladarse de un lugar a otro, aunque más no fuera más que unas pocas cuadras.
Las personas tenemos varios recursos para combatir y evitar el calor extremo. Los animales, en cambio, no. Con muchos menos recursos, en la mayoría de los casos dependen de sus amigos humanos para tener, aunque sea, un tarrito con agua fresca.
Los veterinarios coinciden: los perros sufren el calor más que las personas, fundamentalmente porque los mecanismos con los que cuentan para combatirlos no son tan eficientes; en definitiva, no cuentan con la misma capacidad para eliminar el calor corporal. Contrariamente a los humanos, no pueden regular su temperatura mediante el sudor. No transpiran porque no cuentan con glándulas sudoríparas repartidas en el cuerpo.
En el caso de los perros, el jadeo es su principal manera de eliminar el calor. También lo hacen por las zonas del cuerpo con poco pelo y a través de sus patas, en las almohadillas que tienen en sus pies. Por eso es importante no hacerlos caminar por el pavimento o vereda al rayo del sol: sus almohadillas pueden quemarse y lastimarlos, además de vedarles una de las pocas maneras de perder calor.
Los gatos, en cambio, se lamen. Con esa saliva que depositan en su pelo bajan su calor corporal.
En épocas de alta temperatura, como el verano, los golpes de calor pueden afectar a las mascotas tal como sucede con los humanos. Y el rango etario más sensible coincide: los cachorros y perros adultos son los que más deben cuidarse. Los síntomas son visibles: pereza, poco movimiento, respiración rápida y dificultosa, encías azuladas, temblores musculares, ritmo cardíaco acelerado, tambaleo y, en ocasiones, vómitos.
Rápido al veterinario
Una vez que los síntomas se perciben, lo urgente es llevar al animal al veterinario: una vez que el perro gato agota sus reservas de azúcar y sales, puede generarse un colapso interno que puede provocar su muerte en apenas 15 minutos.
Miguel Álvarez atiende una veterinaria en la zona de Martínez hace más de 15 años y cuenta, con pesar, que cada año atiende más de diez animales con golpes de calor. En lo que va del verano ya le tocó atender tres casos mortales. Dos se produjeron cuando habían salido con el paseador en pleno mediodía de calor sofocante, arrastrados junto a otros cinco canes por el muchacho en bicicleta.
Los perros, ambos adultos de pelo largo y oscuro, llegaron con signos vitales a la veterinaria, pero murieron descompensados con el transcurso de las horas. El tercer caso fue el de un bulldog al que sacaron a pasear una tarde abrasante. Al animal se le quemaron las almohadillas de las patas y sufrió un golpe de calor. Pudo ser estabilizado pero a las pocas horas sufrió un infarto y murió.
Álvarez insiste en la pronta atención médica ante los primeros síntomas y, de no poder trasladar al animal al veterinario, entonces se debe intentar bajar la temperatura corporal: ponerlo en un lugar fresco, aplicar frío en la cabeza, ingles y cuello, además de mojarlo con agua fresca de a poco hasta que su respiración sea normal. Un ventilador puede ayudar. Bajo ningún concepto cubrirlo con mantas o toallas, que pueden hacerle subir la temperatura, ni aplicarle agua helada, puede ser mortalmente contraproducente. Sí dejarlo que se eche a la sombra y se mueva lo mínimo indispensable.
Los mismos consejos da Sol Muiña, estudiante de la carrera de Veterinaria y empleada de una clínica de animales en Villa Urquiza: “Es fundamental no darles de tomar agua cuando están sufriendo un golpe de calor, porque en esas circunstancias lo que sufre el animal es una falla orgánica general, y darle agua sólo le provoca vómitos”, explica.
En su veterinaria reciben varios casos todos los años, y hace unas semanas tuvieron uno fatal: un Golden Retriever de 5 años salió a pasear 60 cuadras con su dueño a la una de la tarde con una sensación térmica de casi 39 grados. El animal cayó desmayado, fue llevado a la clínica con más de 42 grados de temperatura corporal pero no pudo recuperarse.
Alta mortalidad
Muiña explica que el 70% de los animales que son atendidos por un golpe de calor no sobreviven, por lo que resulta fundamental evitar que lleguen a ese punto. “No sacarlos a pasear entre las 10 y las 19 horas, evitar que hagan ejercicio los días de calor y no pelarlos, ya que el pelo funciona como aislante térmico, tanto para el frío como para el calor”, recomienda.
En el caso de que se perciba que el perro está tambaleante, con jadeo acelerado y con alta temperatura, sugiere mojarlo de inmediato y, de ser posible, bañarlo con alcohol en axilas, patas y orejas, ya que ayuda a bajar el calor de manera rápida. Las razas como el siberiano, el pastor inglés o el san Bernardo son las más proclives a padecer trastornos por el calor. En el caso de los gatos, en cambio, dice Sol, el riesgo casi no existe, ya que prácticamente no salen de día, y se cuidan más.
María Eugenia Bermúdez tiene a Zamba, una Jack Russell de tres años y a Pepa, una callejera que rescató dos veranos atrás. En su casa de Villa Devoto tiene una pileta donde las perras se refrescan más que los dueños de casa: “El año pasado Zamba sufrió un golpe de calor leve, pero tuvimos que llevarla de urgencia con el veterinario. Es muy juguetona, pero un día de calor se puso a correr como loca alrededor de la pileta y de repente notamos que le costaba respirar. Estuvo varias horas con suero y hasta debieron inyectarle adrenalina, creímos que se nos iba.. A partir de entonces los días sofocante están adentro, por las dudas”, explica María.
Hernán Otaño no tuvo la misma suerte. El 22 de enero pasado, uno de los días más sofocante en lo que va del año, Homero, su mestizo de cuatro años, salió a pasear como todos los días con el paseador, cerca de las 10 de la mañana. Al mediodía el muchacho lo llamó para decirle que el perro “se sentía mal”. Hernán voló a Parque Rivadavia, recogió a su amigo de cuatro patas y lo llevó a su veterinario de confianza, que poco pudo hacer para remediar el cuadro: un severo golpe de calor.
Poco después se enteró por vecinos del barrio que el paseador había atado a los animales al sol y se había ido a tomar algo. “Le hice una denuncia para que en su vida vuelva a acercarse a un perro, y que sirva para que a otros no les pase lo mismo. A Homero no me lo devuelve nadie.”, relata con tristeza Hernán, quien sugiere que cada dueño controle los recorridos que hace su paseador y que, de ser posible, salga a caminar y verificar que su fiel amigo esté bien cuidado y no desatendido.
Arriba del auto
Otro riesgo importante para los animales es el auto. En ocasiones los dueños los dejan encerrados mientras hacen un trámite o visita. Álvarez desaconseja totalmente esta práctica: “Aunque se deje el auto a la sombra y con las ventanillas algo abiertas, el calor en el interior del vehículo es igualmente altísimo en días de calor, y puede ser fácilmente mortal para las mascotas”, explica.
Basta recordar que recientemente dos miembros de la policía mendocina fueron investigados por la muerte de un perro de la fuerza al que habían olvidado dentro del canil en el patrullero mientras efectuaban un procedimiento antidrogas.
Entidades proteccionistas de animales efectuaron en las últimas semanas varias denuncias por la venta de animales domésticos y exóticos en la feria que se instala los fines de semana en Nueva Pompeya. De acuerdo a las presentaciones, además de los delitos de tráfico de fauna silvestre, varios puesteros que acuden a vender animales domésticos, al finalizar la jornada dejan abandonados en jaulas a perros y gatos que no tuvieron la suerte de ganar una nueva familia. Muchos de esos animalitos luego mueren por estar expuestos al calor del sol todo el día, sin agua.
Consejos para protegerlos
El gobierno porteño, a través de su página Mascotas de la Ciudad, difunde consejos para proteger a las mascotas de los golpes de calor:
Dar de beber agua fresca al animal regularmente para evitar la deshidratación. Renovar el líquido a menudo y administrarlo en pequeñas cantidades
No dejar al perro o gato encerrado dentro del coche
Sacar a pasear al animal fuera de los horarios de intenso calor y evitar que haga mucho ejercicio
No encerrar a la mascota en habitaciones sin ventilación
Si el animal vive en un jardín o parque, debe tener una sombra donde cobijarse
En verano, lo mejor es alimentar al animal de noche, para evitar que sufra un colapso
Si se realiza un viaje, es aconsejable llevar abundante agua y hielo y hacer paradas seguidas para que tome aire. Pueden colocarse toallas húmedas en el piso para mantenerlo fresco.
Fuente: La Nación