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Salir de la cárcel: con la poesía, ayudan a mujeres a empezar una nueva vida

Es miércoles y 25 mujeres se encuentran reunidas en una casona del barrio de Flores. Con distintos recorridos, edades e historias, todas tienen algo en común: haber vivido la experiencia de estar privadas de su libertad, en un penal o bajo arresto domiciliario.

Esa mañana soleada, participante del taller de escritura y periodismo que dicta la organización social Yo no Fui, y entre libros y apuntes toman mate, juegan en el patio con sus hijos y comparten sus historias. Muchas son amigas.

Entre ellas está Gabriela Fernández, quien desde los 18 años entró y salió tres veces de la Tarrra por robos. A los 29, no titubea al enumerar los dos eventos que marcaron su vida y la llevaron a alejarse de las drogas y el delito: el nacimiento de su hija, Isabella, y escribir.

“En el taller no solo aprendo mucho, sino que también tengo una contención tremenda. Las chicas conocen mi historia y María Medrano [su fundadora] es como la madre de todas”, cuenta Gabriela, y agrega: “Amo escribir, es como hablar con tu alma “.

Yo No Fui ofrece proyectos artísticos y productivos dentro de cárceles de mujeres en todo el país, y afuera una vez que recuperan su libertad. Nació en 2002 como un más alto de poesía que la abogada y poeta María Medrano comenzó a dictar en la Unidad 3 para mujeres del penal de Ezeiza.