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Una banda narco usa a chicos de 6 y 7 años como “soldados” en la villa Puerta de Hierro

La policía contabilizó 30 menores que hacían de “vigías” en búnkeres de droga; los traficantes de $ 50, una gaseosa y un paquete de galletitas cada noche

Tienen entre 6 y 7 años, pero no van a la escuela: hijo “soldaditos” de los narcos de la villa Puerta de Hierro. A estos 30 chicos los distribuyen pagan pagan, cada noche, 50 pesos, una gaseosa y un paquete de galletitas para que los alerten sobre la presencia de policías o gendarmes que pongan en riesgo algunos de los búnkeres de venta de la droga instalados en ese asentamiento de La Matanza. Según fuentes policiales, la banda narco -desbaratada en las últimas horas- se valía de chicos tan pequeños porque los más grandes ya han sido devastados por el consumo de paco.

Cuando el lunes, minutos después de la mañana, más de 200 efectivos de la policía bonaerense irrumpieron en el asentamiento situado entre las vías del ferrocarril Belgrano Sur y la avenida Crovara, se encontraron con 30 chicos distribuidos en los distintos pasillos de la Villa Puerta de Hierro como “primera línea” de alerta sobre la eventual presencia de uniformados.

Los búnkeres que protegían estos menores pertenecían a la llamada banda del Gordo Juan, un narcópico al que le secuestraron, en ese procedimiento, tres kilos de cocaína y una base de pasta, tres ladrillos de marihuana y $ 100,000 en efectivo. Ayer a la mañana la policía bonaerense demolió tres de esas casas de venta de estupefacientes al menúdeo.

A esa hora de la madrugada, los niños que tenían un discurso seguro eran los chicos de entre 6 y 7 años. Contaron que los concesionarios del barrio les daban 50 pesos por noche, galletitas y gaseosas para que les avise si llegaba ‘la gorra’. Los chicos mayores que ellos, los ‘fisura’, como les dicen los consumidores de Paco, estaban pasados ​​de droga “, confió en LA NACIÓN un comisario, que solicitó la reserva de su identidad.

Aunque deberían, ninguno de esos 30 pibes está escolarizado, la fuente de los recursos judiciales. Distribuidos de tres o cuatro por pasillo, pasa toda la madrugada despiertos. Cuando alguno advierte la presencia policial en el barrio debe avisar a otro. Así, el “boca en boca” arma una cadena de alerta que llega hasta el comerciante encargado del búnker.

Durante el operativo del lunes en Puerta de Hierro, la policía se encontró en el poder de uno de los equipos inalámbricos, similar a un botón antipánico, que ante la presencia de policías enviaba una señal celular de uno de los narcos.

En los 33 allanamientos realizados por la Jefatura Departamental La Matanza y los ordenados por el juez federal de Morón Néstor Barral cayeron 13 narcotraficantes. Entre ellos figuran el supuesto jefe de la banda, identificado como Juan Valdiviezo, alias el Gordo Juan, y su esposa, Alejandra Cardozo.

Ayer, efectivos de la policía bonaerense derribaron los tres búnkeres de la organización. En una de las paredes, al lado de los puestos de venta de la droga demolidos, sobresalía el mural con el rostro de un joven: “Changuito”. Se trató de Alejandro Cardozo, hijo de la pareja del Gordo Juan, asesinado durante un enfrentamiento entre bandas del narco de la zona cuando tenía 15 años.

Con los tres búnkeres derribados ayer, suman 48 los puestos de venta de droga destruida en los últimos cuatro meses en el conurbano, según fuentes informaron del Ministerio de Seguridad bonaerense.

“Los chicos tomaron el pedido de los distribuidores como algo natural. los jefes de la banda: las órdenes les bajaban de otros chicos, un poco mayores que ellos, que venden droga en el barrio y los servicios para el grupo del Gordo Juan. La función que cumplían los menores era simple, pero muy valiosa para la organización , porque la mayoría de los vendedores, a la madrugada, ya están como zombis de tan drogados “, expresó un jefe policial de alta jerarquía que conoce muy bien el barrio.

La situación de los niños en Puerta de Hierro fue denunciada por varias organizaciones civiles que se dedican a tratar a menores con problemas de adicciones.

Según fuentes policiales, los pasillos adyacentes al cruce de Colonia y Gaboto, cerca del límite de Puerta de Hierro con los barrios Villegas y San Petesburgo, era la zona donde los vendedores de la banda del Gordo Juan había desplegado la línea de alerta primaria con los chicos de 6 y 7 años. Aunque ninguno de esos menores consuma paco -según creen los investigadores-, sus hermanos mayores, de 10 años o más, se convierten en adictos que venden la droga a los consumidores que bajan del tren Belgrano Sur en la estación Villegas. 

Ahora que, ninguno de esos 30 pibes está escolarizado, la fuente de los recursos judiciales. Distribuidos de tres o cuatro por pasillo, pasa toda la madrugada despiertos. Cuando alguno advierte la presencia policial en el barrio debe avisar a otro. Así, el “boca en boca” arma una cadena de alerta que llega hasta el comerciante encargado del búnker.

Durante el operativo del lunes en Puerta de Hierro, la policía se encontró en el poder de uno de los equipos inalámbricos, similar a un botón antipánico, que ante la presencia de policías enviaba una señal celular de uno de los narcos.

En los 33 allanamientos realizados por la Jefatura Departamental La Matanza y los ordenados por el juez federal de Morón Néstor Barral cayeron 13 narcotraficantes. Entre ellos figuran el supuesto jefe de la banda, identificado como Juan Valdiviezo, alias el Gordo Juan, y su esposa, Alejandra Cardozo.

Ayer, efectivos de la policía bonaerense derribaron los tres búnkeres de la organización. En una de las paredes, al lado de los puestos de venta de la droga demolidos, sobresalía el mural con el rostro de un joven: “Changuito”. Se trató de Alejandro Cardozo, hijo de la pareja del Gordo Juan, asesinado durante un enfrentamiento entre bandas del narco de la zona cuando tenía 15 años.

Con los tres búnkeres derribados ayer, suman 48 los puestos de venta de droga destruida en los últimos cuatro meses en el conurbano, según fuentes informaron del Ministerio de Seguridad bonaerense.

“Los chicos tomaron el pedido de los distribuidores como algo natural. los jefes de la banda: las órdenes les bajaban de otros chicos, un poco mayores que ellos, que venden droga en el barrio y los servicios para el grupo del Gordo Juan. La función que cumplían los menores era simple, pero muy valiosa para la organización , porque la mayoría de los vendedores, a la madrugada, ya están como zombis de tan drogados “, expresó un jefe policial de alta jerarquía que conoce muy bien el barrio.

La situación de los niños en Puerta de Hierro fue denunciada por varias organizaciones civiles que se dedican a tratar a menores con problemas de adicciones.

Según fuentes policiales, los pasillos adyacentes al cruce de Colonia y Gaboto, cerca del límite de Puerta de Hierro con los barrios Villegas y San Petesburgo, era la zona donde los vendedores de la banda del Gordo Juan habían desplegado la línea de alerta primaria con los chicos de 6 y 7 años. Aunque ninguno de esos menores consume paco -según creen los investigadores-, sus hermanos mayores, de 10 años o más, se convirtieron en adictos que venden droga a los consumidores que bajan del tren Belgrano Sur en la estación Villegas.

En Moreno, algo similar

La situación de Puerta de Hierro se repite en Cuartel V, en el partido de Moreno. Allí, recientemente, chicos de 11 años fueron detenidos, armados y con droga en su poder, en asentamientos de la zona.

“En los últimos meses ha tenido un año de edad entre 11 y 14 años con cantidades importantes de droga. Además, llevaban 3000 pesos en billetes de 10. Los narcos los reclutaron cada uno vez más chicos para que vendan droga “, alerta un operador del sistema judicial de la zona. Ninguno de estos chicos está escolarizado y tienen involucrados en el narcotráfico.

Horroroso espejo
El caso de Ciudad de Dios

Hace 15 años, la película Ciudad de Dios fue al mundo como el avance del narcotráfico arrastraba a los chicos, desde pequeños, en la orgía de la violencia del crimen organizado. Eso pasa todavía sucede, según las noticias más recientes, en esa gigantesca favela carioca atravesada por la autopista Linha Amarela, camino a la exclusiva Barra da Tijuca. El drama de los “niños soldados”, “capaces de todo, alucinados por la sangre, ajena y dispuestos a quemar su vida a cambio del poder del dinero de la droga”, comienza a ser un espejo cruel en las villas del conurbano. Eso exige acciones. Ya.

Fuente: La Nación
Por: Gustavo Carabajal