Con el decreto presidencial de principios de noviembre, se estableció la fase de Distanciamiento Social, Preventivo y Obligatorio (DISPO) en la región del AMBA hasta el 29 de noviembre. Esta novedad, si bien nos otorga más libertad para movilizarnos y realizar más actividades, implica también redoblar el compromiso social acerca de mantener y hacer cumplir las normas de prevención que venimos realizando desde el primer día del ASPO, para precisamente no volver a la fase anterior.
Nos parece importante reforzar el mensaje que cumplir las medidas que ya todos conocemos, no solo nos protege a los que tenemos la responsabilidad de vigilar y cuidar (entre otras funciones esenciales) sino que también disminuye la probabilidad de transmitir el virus a personas que conforman los grupos de riesgo, las que se verían ciertamente más comprometidas si contraen el Covid-19.
Los rebrotes que están sufriendo los países de Europa nos deben servir de ejemplo para mantenernos atentos en seguir cumpliendo incansablemente las normas de prevención difundidas por las autoridades públicas y no confiarnos en absoluto, más allá de estar atravesando una baja sostenida en la cantidad de casos en el ámbito del AMBA.
Repasemos las consignas fundamentales:
- Lavado constante de manos con abundante agua y jabón.
- Higienizarse las manos con alcohol en gel.
- Uso constante de tapabocas.
- Distanciamiento social de dos metros como mínimo.
- Constante desinfección de las superficies comunes, de herramientas de trabajo y de elementos e instalaciones de uso y contacto público.
- Evitar aglomeraciones de personas en espacios cerrados.
- Mantener ventilados los ambientes.
- Ante la presencia de los síntomas, procurar mantenerse aislado y dar rápido aviso a los números de atención oficial 107/148 o a la obra social.
Las autoridades oficiales indican que un número creciente de brotes se origina a partir de la transmisión en eventos sociales, en los cuales la interacción entre las personas suele ser más prolongada y con mayor cercanía física. En efecto, las personas tienen normalmente a relajar las medidas de prevención en dichas reuniones y se confirma que, con el transcurrir del tiempo, se abandona o disminuye el distanciamiento físico, la utilización de tapabocas y la ventilación de ambientes.
Cualquier actividad social en lugares cerrados es muy peligrosa, ya que se hace difícil sostener el distanciamiento social, sobre todo si carecen de la adecuada ventilación.
No debemos caer en la falsa percepción de que la baja de casos registrados implica que hemos ganado la batalla. La llamada “nueva normalidad” implica una vigilia constante en nuestros hábitos, debiendo no descuidarnos, ya que, insistimos, lamentablemente podemos terminar contagiando a personas que pueden verse comprometidas con esta enfermedad. La disminución en la percepción del riesgo facilita la transmisión del virus.
Redoblemos la guardia más que nunca, para no permitir que el coronavirus siga determinando nuestras libertades y afectos.