Hablar sobre las pautas de higiene y aseo elementales que cualquier persona debe cuidar y llevar puede parecer algo trillado. Por ejemplo, todos sabemos de la importancia de lavarse las manos adecuadamente para evitar y propagar enfermedades, la importancia del cuidado bucal para evitar deterioro y pérdidas dentales, mal olor, etc.
Pero si bien puede sonar algo trillado, es muy sensible cuando se relaciona con el trabajo, el contacto con compañeros de trabajo, clientes y la prestación de un servicio que requiere conservar la imagen y la presencia entre sus cualidades elementales. El asunto de la higiene personal entonces tiene que ver con temas como nuestra presencia, nuestro aroma y la autoestima, ya que demuestra el aprecio que tenemos por nosotros mismos.
Queremos compartir la importancia de mantener la higiene personal en el trabajo, más allá de las obvias aclaraciones y recomendaciones. Antes que nada, no tenemos que confundir la falta de higiene con la apariencia estética (especialmente cuando el trabajador presenta un aspecto desalineado), se trata de una situación que tiene una entidad propia desde la perspectiva del poder de dirección, y permite que la empresa pueda tomar medidas aunque el trabajador no preste servicios de cara al público, a diferencia del aspecto estético.
Por el lado humano, el conservar una buena higiene ayuda a mejorar la interrelación humana, permitiéndonos mantener de forma natural el compartir con nuestros iguales. Particularmente el sentido del olfato es unos de los sentidos que más rápido se conecta con nuestro sistema de aceptación y valoraciones: junto con el auditivo, es el sentido que desarrolla los recuerdos que quedan en nuestra memoria y que, a su vez, actúan inconscientemente con la misma fuerza para repeler a aquellas instancias que nos son desagradables. Todos reconocemos y aceptamos a las personas que huelen a ricos perfumes, pero reprobamos aquellas personas que constantemente tienen, por ejemplo, mal aliento en su boca.
Por otro lado, la falta de higiene o aseo personal es una transgresión de la buena fe contractual, por ser una norma de convivencia elemental. Como indicaba una consideración de un juzgado sobre el tema: “Una cosa es la propia forma de vestir y de ser y otra muy distinta descuidar el aspecto exterior y la limpieza exigibles en quien ha de trabajar y convivir con otras personas”. Por ello, la actuación del empresario es, sustancialmente, disciplinaria, razón que explica que la falta de aseo o limpieza personal se tipifique frecuentemente en los convenios colectivos, normalmente como infracción leve, aunque si tiene lugar de forma reiterada, y especialmente si motiva quejas de los compañeros de trabajo o de los clientes, la gravedad aumenta.
La mayoría de los convenios sanciona esta falta cuando se afecta al desarrollo normal del trabajo, la imagen de la empresa o se produzcan quejas reiteradas de los compañeros de trabajo o de terceros.
¿Dónde hallamos recolectada esta instancia en nuestra actividad?
1. Nuestro Convenio Colectivo de Trabajo (507/07) en su artículo 16, inc. f) al indicar: “Observar en sus funciones y fuera de ellas, una conducta que no afecte ni ofenda la moral y las buenas costumbres”. Y no es menos importante el art. 20 que señala sobre el uniforme de trabajo: “Estas ropas de uso diario deberán estar en perfectas condiciones de higiene, planchadas y sin roturas del vestuario…”
2. El Reglamento Interno de la empresa indica específicamente en su apartado 13. Perfil del Vigilador, punto 13.1.4: “El aseo personal debe ser impecable siempre, no debiendo jamás ser motivo de llamado de atención.”
Por esta razón, en actividades que se desarrollan de cara al público y se realizan tanto en solitario o bien integrando un equipo de trabajo, la falta de aseo o higiene es causa de sanción, ya que transgrede los resultados esperables de la prestación de los servicios de seguridad privada: no se puede incomodar al cliente, compañero de trabajo, empresa u ocasional usuario con malos olores, sudoraciones, mal aliento, suciedad en las prendas del uniforme, etc., sin ningún motivo más que la falta de cuidado a las normas de higiene y aseo personales mínimas.
Sabemos que decirle a alguien: “oles mal” o “tenes mal aliento” es delicado, pero por otro lado es también un error no alertar sobre estas situaciones, ya que puede crear malestar entre quienes comparten el espacio en el puesto de trabajo.
Las buenas prácticas de aseo incluyen tomar baño completo diariamente y lavado frecuente (varias veces al día) de la cara, las manos y los dientes.